así nuestra responsabilidad de alimentar al rebaño del Señor con la comida que él ha prescrito. En el caso de Tito, puede que sufriera la tentación de utilizar el púlpito para debatir los argumentos necios de los judaizantes y dar su opinión sobre las genealogías y mitos que tenían fascinados a muchos de sus oyentes. Pero si lo hubiera hecho, habría sido a expensas de malgastar oportunidades para conducirlos hacia la madurez y la santidad, porque éstas sólo son el fruto de la proclamación de la doctrina
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